Blog de Raúl García

domingo 26 / 02 / 2023

El liderazgo e implicación de las instituciones públicas es, sin lugar a dudas, clave, pero estas propuestas van mucho más allá de lo que se pueda proponer desde el Cabildo. Necesitamos que toda la sociedad grancanaria, desde las empresas y los consumidores hasta los ayuntamientos, así como la comunidad universitaria y tecnológica, se impliquen más de lo que ya lo hacen si queremos tener éxito.


Gran Canaria Circular 2030

Gran Canaria Circular 2030

La lucha contra el cambio climático es uno de los mayores desafíos que enfrenta la humanidad, aunque la crisis generada por la invasión de Ucrania se está convirtiendo en un obstáculo para avanzar a corto plazo en esa dirección. El aumento de los precios de las materias primas, la energía y los alimentos subrayan el hecho de que hemos entrado en una nueva situación en la que los modelos de negocio circulares y climáticamente neutros pueden marcar el inicio de una nueva era económica caracterizada por la descarbonización. Un artículo científico revelaba recientemente que, si queremos alcanzar el objetivo de 1,5 grados establecido en el acuerdo de París, debemos renunciar a abrir ni un solo campo petrolífero más y ni una sola mina más de carbón. Los informes del panel de expertos en cambio climático de la ONU (IPCC) nos advierten año tras año de que se nos está agotando el tiempo y, en su último informe, deja clara la relación directa de la actividad humana con este fenómeno global

Ahora bien, esta no es una cuestión estrictamente energética, su solución tiene que ver con una visión más global de nuestro modelo económico. Por ejemplo, según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el 90% de la pérdida de biodiversidad y el estrés hídrico provienen de la extracción y el procesamiento de recursos. Si a este dato le añadimos que la OCDE prevé que el uso global de materiales se duplique con creces (de 79 Gt en 2011 a 167 Gt en 2060) en las próximas décadas, queda claro la actual crisis climática y ambiental global es un reto muy complejo que debemos abordar de manera holística. De hecho, el 45% de las emisiones globales proviene de la generación de estos materiales. Por lo tanto, debemos construir un modelo económico regenerativo en el que la entrada y el desperdicio de materiales, las emisiones de CO2 y las ineficiencias energéticas se minimicen a través de la economía circular. Por eso estoy convencido de que la economía circular debe estar en el núcleo de las políticas públicas de Gran Canaria en los próximos años. Yo diría que es el único camino a seguir.

El modelo económico actual se basa en “extraer, producir, y desechar”, es decir, los materiales se extraen, se convierten en bienes y luego se transforman en residuos. Como bien sabemos, los recursos del planeta son limitados, por lo que este modelo se ha convertido en ineficiente y yo diría que casi suicida. Además, no debemos confundir “economía circular” con “reciclaje”. Con esto no quiero decir que no sea un avance consumir envases 100% reciclados, por supuesto que sí. Sin embargo, el enfoque de la economía circular es mucho más amplio.

Por un lado, incluye la reducción del uso de materias primas e incentivar modelos de negocio innovadores basados en el producto como servicio, logística inversa, servicios de reutilización y reparación o servicios compartidos. Y, por el otro, impulsando el ecodiseño, es decir, diseñar para reducir los materiales, además de fomentar la durabilidad.

Para poder desarrollar este modelo es importante conocer la realidad de cada territorio. En el caso de Canarias, además, permitirá poder desarrollar soluciones sistémicas circulares y exportables. Por eso hemos finalizado ya el trabajo de campo que ha permitido elaborar el Diagnóstico de Economía Circular de Gran Canaria en colaboración con múltiples empresas, instituciones y sociedad civil. Este es el paso previo necesario para desarrollar la Estrategia “Gran Canaria Circular 2030” que verá la luz en breve. Nadie discute la necesidad de potenciar las renovables en Gran Canaria, pero debemos concienciarnos de nuestro próximo desafío: convertirnos en la región insular líder en circularidad de Europa. Comenzar por nuestra isla tiene sentido: los beneficios económicos y ambientales de cerrar ciclos y bucles se dejarán notar rápidamente, y la escala mediana de la Gran Canaria ofrece la oportunidad de desarrollar prototipados innovadores.

Ahora bien, la economía circular debe ir más allá de una visión estrictamente tecnocrática, porque no se puede entender una economía regenerativa que beneficie a la biosfera sin considerar su dimensión socialmente inclusiva. Debe contribuir a la reducción de la pobreza, abordar la desigualdad y mejorar las condiciones de trabajo. También necesitamos de un cambio cultural. Y, para hacer esto, tenemos que demostrar que hay un nuevo concepto para la sociedad, basado en la resiliencia y en una revalorización de lo comunitario. Por ello estamos preparando ya el lanzamiento de la segunda edición del Experto Universitario de Economía Circular para Territorios Aislados junto a la ULPGC.

Algunas empresas grancanarias basan su modelo de negocio en la circularidad como es el caso de Ecogrit

El liderazgo e implicación de las instituciones públicas es, sin lugar a dudas, clave, pero estas propuestas van mucho más allá de lo que se pueda proponer desde el Cabildo. Necesitamos que toda la sociedad grancanaria, desde las empresas y los consumidores hasta los ayuntamientos, así como la comunidad universitaria y tecnológica, se impliquen más de lo que ya lo hacen si queremos tener éxito. En definitiva, una hoja de ruta ambiciosa para la transición hacia un modelo de economía circular requiere de una comunidad de valores compartidos para afrontar las crisis futuras y ser una herramienta poderosa en la lucha contra el cambio climático.